Hubo una vez mil gaviotas que gritaban en mis labios
Sus quehaceres...
Que rasgaban el silencio con sus alas
Que miraban en mis ojos su horizonte
Que me amaban con un suave gorgogeo.
Hubo una vez mil flores
Que rociaron con su aroma mil recuerdos...
Mil destellos de un sol impacientado,
Que iluminaron mis ojos, ciegos de perfume,
Ensordecidos por gritos de gaviotas desertoras,
Que dejaron sus alas reposar
Al minimo atisbo de tormenta.
Me pribaron de sus gritos azorados
Pateando el aroma de mil flores
E induciendo al sol a las tinieblas..
Me gusta este poema, el final me parece sublime...
ResponderEliminarGracias resulta gratificante saber que lo que a uno se le pasa por la cabeza, y que humildemente lo transcribe en papel es apreciado por alquien. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
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